2.
Los cuernos y los herreros
(Dn 7,8.11.20; Sal 75)
(Dn 7,8.11.20; Sal 75)
2 1 Alcé la vista y vi cuatro cuernos. 2Pregunté al ángel que hablaba conmigo:
-¿Qué significan?
Me contestó:
-Significan los cuernos que dispersaron a Judá (Israel) y Jerusalén.
3Después
el Señor me enseñó cuatro herreros.
4Pregunté: -¿Qué han venido a hacer?
4Pregunté: -¿Qué han venido a hacer?
Respondió:
-Aquéllos
son los cuernos que dispersaron tan bien a Judá, que nadie pudo levantar cabeza,
y
éstos han venido a espantarlos, a expulsar los cuernos de las naciones que embestían con los
cuernos a Judá para dispersarla.
éstos han venido a espantarlos, a expulsar los cuernos de las naciones que embestían con los
cuernos a Judá para dispersarla.
3.
El cordel de medir
(ls 54,2,3; J r 31,38-40)
(ls 54,2,3; J r 31,38-40)
5Alcé la
vista y vi a un hombre con un cordel de medir. 6Pregunté:
-¿Adónde va ése?
Me contestó:
-¿Adónde va ése?
Me contestó:
-A medir
Jerusalén, para comprobar su anchura y longitud.
7Entonces
se adelantó el ángel que hablaba conmigo y otro ángel le salió al encuentro, diciéndole:
8-Corre
a decirle a aquel muchacho:
Por la
multitud de hombres
y ganados
que habrá,
Jerusalén será ciudad abierta;
Jerusalén será ciudad abierta;
9yo la
rodearé como muralla de fuego
y mi gloria estará en medio de ella
-oráculo del Señor-.
y mi gloria estará en medio de ella
-oráculo del Señor-.
10¡Eh,
eh!, huid del país del norte
-oráculo del Señor-,
-oráculo del Señor-,
que yo
os dispersé a los cuatro vientos
-oráculo del Señor-.
-oráculo del Señor-.
11¡Eh,
hijos de Sión,
que habitáis
en Babilonia, escapad!
12Porque
así dice el Señor de los ejercitos a
las naciones que los deportaron:
las naciones que los deportaron:
El que
os toca a vosotros,
me toca
a mí la niña de los ojos.
13Yo
agitaré mi mano contra ellos,
y serán botín de sus vasallos,
y serán botín de sus vasallos,
y sabrán
que el Señor de los ejércitos
me ha enviado.
me ha enviado.
14Festeja
y aclama, joven Sión,
que yo vengo a habitar en ti
-oráculo del Señor-.
que yo vengo a habitar en ti
-oráculo del Señor-.
15Aquel
día se incorporarán al Señor
muchos pueblos
muchos pueblos
y serán
pueblo mío;
habitaré en medio de ti,
habitaré en medio de ti,
y sabrás
que el Señor de los ejércitos
me ha enviado a ti.
me ha enviado a ti.
16EI Señor
tomará a Judá
como lote
suyo en la tierra santa
y volverá a escoger a Jerusalén.
y volverá a escoger a Jerusalén.
17iSilencio
todos ante el Señor,
que se levanta
en su santa morada!
EXPLICACIÓN.
2,1-4
Empieza a actuar la cólera contra los paganos, despejando de personas hostiles la
capital. Si el cuerno significase un bieldo, por la forma, se conservaría una imagen
agrícola: bieldos de aventar, que romperán los herreros. Cuerno tradicionalmente
significa poderío, agresivo o defensivo: Sal 75,5, de Dios Nm 23,22, de David
Sal 132,17; Daniel explotará hasta la torpeza la imagen de los cuernos. El número
cuatro puede significar una totalidad humana o cósmica. Se hablaba de tranquilidad
(1,10.15): los herreros vienen a espantar o sobresaltar esa injusta calma.
"Dispersar" es frecuente en Ezequiel.
2,5-17
Dieciocho años después de la primera caravana de repatriados, Jerusalén estaba
a medio construir y poco menos que despoblada; mientras que Isaías II había prometido
un desborde de población (Is 49,19; 54,2). La muralla sigue en parte derruida o
desmantelada; mientras que Isaías Segundo hablaba de sus espléndidos muros (Is
49,16; 54,12).
El
presente oráculo recoge y corrige esos anuncios, y también la minuciosa
agrimensura de catastro de Ez 40-48. El proyecto de medir el perímetro de la ciudad
amurallada lo encarna en la visión un mozo, oficial del catastro. Su ingenua
pretensión sirve para subrayar la novedad de la situación: ni se podrá medir la
capital ni necesitará murallas.
a) La
extensión. La abundancia de hombres y ganados prolonga la profecía de Jr 31,27.
Jerusalén, más que una "ciudad compacta" y administrativa (Sal 122), será
como poblado abierto, compuesto de alquerías (cfr. Ez 38,11). Es lo contrario
del recinto geométrico y los ejidos delimitados de Ez 47-48.
b) La
muralla. Isaías hablaba de una muralla ornamental, pero encomendaba la defensa
al Señor, que controla las armas (Is 54,15-17). Zacarías da un paso más, eliminando
la muralla de piedra, porque el Señor en persona hará de muralla de fuego,
intransitable y vengador. Como la espada llameante que cerraba el acceso al
paraíso (Gn 3,24) ¡Oué lejos de los esfuerzos realistas de Nehemías por
reconstruir la muralla de la capital!
c) No
necesita corrección la promesa de la presencia de la gloria: véanse Is 4,2-6 y
Ez 43,4s. El verbo "seré" remite en hebreo a la revelación de Ex 3,14.
2,6
Véanse Jr 31,37 y 33,22.
2,10-17
Una vez preparada la ciudad- despejada, ensanchada, protegida-, es hora de invitar
a los repobladores. Esto se expresa utilizando el esquema clásico de liberación:
salir-entrar, transformado por Isaías II y ampliado con elementos escatológicos.
La salida se expresa en imperativo, como en Is 48,20 y 52,11. La llegada la protagoniza
el Señor, como en Is 40,10 (cfr. Jos 5,14). La vuelta del pueblo está implicada
en los festejos de la capital. La motivación es el interés afectuoso del Señor por su pueblo, expresado en la imagen, quizá
proverbial, de la niña del ojo (Dt 32,1 O; Sal 17,8). Es de estilo escatológico
la incorporación de otros pueblos, como en Is 2,2-5.
2,11 El
verso junta dramáticamente las dos rivales, Sión y Babilonia, como el Sal 137.
2,13 "Agitar
la mano" como en Is 19,16. El castigo aplica la ley del talión (Ex 39,10).
2,14 Véanse Is 12,6; 54,1; Sof 3,14.
2,15 Con la conocida fórmula de enlace "aquel día" se añade otro oráculo que ensancha la visión precedente (Is 56,3.6; Jr 50,5). "Pueblo mío": véase Is 19,25.
2,16 La
incorporación de paganos no quita su puesto privilegiado a Judá y Jerusalén: "parcela
elegida".
2,17 Es
como el grito de un heraldo imponiendo silencio al llegar el soberano (Hab 2,20).
Como final de 15-16, se refiere a la toma de poderes de un reino propio y un imperio
internacional. Como final de 10-16, señala el comienzo de la repatriación: el
Señor se levanta (véase el diálogo de Is 51,9-52,6, y también Sal 44,24; 5,9; 73,20.)
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